Llega el fin de un año y el comienzo de otro. Un ciclo termina y un ciclo empieza. Es esta una oportunidad para muchos de “empezar”. Época de establecer propósitos, metas y se crean ilusiones. De renovar fuerzas y esperanzas. ¿Cuántas veces se habrán escrito cosas como las que voy a escribir?, muchísimas. Cuantas veces se han leído cosas como las que estoy a punto de escribir ¡muchísimas más! . Entonces ¿Por qué las escribo? Porque creo seriamente que la vida nos da oportunidades más de una vez, y estas palabras servirán a más de uno, como una oportunidad más que tendrán frente a ellos. Así que aquí voy.
ESTADO DE CONCIENCIA.
Considero yo que el fin de año nos lleva a algunas personas a entrar en un estado de conciencia que es un poco más difícil obtenerla en el resto del año. Las actividades de la vida diario como el trabajo, las obligaciones, los estudios, la pareja y muchas otras variantes hacen que vivamos en un estado que yo llamo “automático”. En este estado somos reactivos, es decir, reaccionamos a los estímulos externos de nuestra vida, sin darles un verdadero rumbo a las reacciones o mejor dicho a las “decisiones” que tomamos.
El fin de año nos obliga, y repito, obliga a dejar el “automatico” y entrar por unos momentos a un modo de “conciencia”. En este estado de conciencia el ser humano es capaz de realizar algo que ningún otro ser vivo puede hacer; la introspección. La introspección es esa capacidad que tienes tu y que tengo yo de analizarte a ti mismo desde “afuera”. Sales de tu ser y te miras, analizas las cosas que son importantes para ti y que tienen algún significado en tu vida. Cada persona hace su autoanálisis de manera diferente, pero la raíz creo yo es la misma: observas la situación actual de tu vida.
La duración del estado de conciencia varía de persona a persona...